Nicasio Duno, la magia de un iniciado
El llamado lo percibió a
temprana edad escudriñando el misterio de la naturaleza. Lo figurativo en las
obras que conforman la serie La llave de
los duendes abren una puerta a la fascinación por un mundo que parece
flotar; cargado de misterios que configuran sus míticos personajes, logra
generar otra interpretación de los encantos, de las apariciones, espacios que
apuntan a una atmosfera densa pero que al mismo tiempo los elementos simbólicos
y plásticos forman un sentido dinámico en la composición, haciendo las obras
comprensibles. Los diversos cuadros fabulados constituyen un gran rompecabezas
fantástico, donde no hay prisa para llegar a un final, al contrario, hay una
búsqueda a lo infinito, sus obras son narraciones gráficas con finales
abiertos.
El compendio de pinturas
que constituyen lo que Nicasio Duno llamó
La flora fabulada se dan desde un trazo que detalla la vegetación de
Falcón, la cual el artista encanta,
haciendo ejercicios con la materia, los pigmentos, las texturas, de
factura limpia, la paleta controlada para no sobrepasar los límites del mismo
color, de una luz que se centra en los
detalles de las hojas; pétalos irreales, tallos imaginarios, aguas magnetizadas;
pareciera que estamos en la totalidad de los cuadros frente a un jardín que
protegen los duendes. La obra floral le
ha permitido generar un dialogo entre la figuración y la abstracción, inquietud
natural al dejarse llevar por otras motivaciones.
Su imaginario forma parte
de lo mítico entremezclado con la cotidianidad de la Sierra de Falcón. Hay una
fuerza que lo atrapa cuando pinta, como si estuviera poseído al poder ver más
allá de la apariencia de las cosas, objetos, personas, flores, agua, el cuerpo
desnudo de la mujer, seres extraños que lo
vuelven hechicero de la imagen.
Los mensajes le llegan, su
propuesta plástica surge a través de lo onírico, lo religioso, lo mágico, lo surreal,
rescatando la tradición oral de las fábulas que luego tradujo en sus propias
versiones-imágenes. Espera con paciencia
seguir el mandato de las deidades, un Nicasio que se centra en la fortaleza
espiritual, el Duno que se prepara para algo grande, ver su obra inmortalizada
en los espacios imaginarios a partir de Coro. Olfatea el rastro de las lobas,
le lanza piedras a las serpientes, mira la quietud superficial de la laguna, se
preocupa por el pájaro que picotea la ventana. La brisa del mar le bate por la
espalda y lo despierta, mira el lienzo, donde proyecta la próxima revelación. Un
mandato: la vida entorno a la magia.
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