Diomedes Díaz poeta de la música colombiana
A Pablo Emilio Zapata
A Diomedes Díaz;
poeta, estas montañas son suyas
Las noches son nuestras mejores aliadas, llenas
de ron y vallenato siempre traen una canción, así sea siguiéndole la pista a
Diomedes Díaz y tarareándolo. Su canto invita a los espíritus de una sociedad
moderna con una poesía que cualquiera entiende, a recorrer loscaminos
y la búsqueda de la libertad. De momentos nostálgicos y arraigados a la
conciencia musical de un pueblo vallenatero como Valledupar, Diomedes ha sabido
recopilar muchos lugares comunes de añoranza en su conciencia, y que ha sabido
exportar su música tradicional para tocar cada una de las paredes de nuestras
casas.
El recorrer de un hombre formado para la gracia
de la poesía y del devenir en versos de la música vallenata, son situaciones
que lo llevan a la creación, reflejando en ella sentimientos y visiones. Agradecidos estamos aquellos que entendemos español y nos acercamos a él como a un primo.
Si uno reflexiona sobre su producción
discográfica vemos que en cada una de sus canciones encontramos la expresión
fraternal del amor, para una mujer, para el compadre, para el amigo, para su
familia y la parranda. Diomedes recoge desde Valledupar, su gran plaza, nostalgias
abigarradas al consuelo vivido en una canción que trastoca el ínfimo mundo de
un hombre, quien sonando junto a un acordeón, toma y da para la satisfacción de
un público valiente y capaz, adorando directamente el alma divina de una
canción hermana y gozona.
Su baile se debe al roce leve de brazos, cadera
y piernas, que viaja y llega desde las fincas más escondidas cercanas a la costa Colombiana, hasta las montañas andinas de Mérida, se devuelve y entra en el
latir de los corazones... y súbale volumen a ese radio para entonar las canciones, y sirva otro trago por favor.
Sé que el repertorio de Diomedes Díaz es largo
y tendido, mas de 400 canciones hasta la fecha, y hacer un inventario de sus canciones llevaría a caer en otro espacio
de esta columna, pero prefiero caer en el lleno de una canción, de esa que tanto
me gusta: DIANA.
Diana y sus
misterios
Hace unas semanas atrás, mi hermano Ramón tuvo
de visita por mi casa con una novia colombiana que se llama Diana, de ella puedo
decir que supe que se fue para Bogotá a visitar a su familia. Diana se llama
ella como la canción de Diomedes. Pero la Diana de Diomedes fue una mujer que
se le achaca que murió de una sobredosis de cocaína y estaba junto a él, en una
rumba suponemos. En cambio a la Diana de mi hermano por un intento de fastidio
venezolano le cantaba la canción y se la interpretaba en diferentes ritmos y
tonos, como el principio que da el acordeón.
Yo le digo a mi hermano que la busque en donde
puede hallarla, en un barco pirata, en un submarino, en un avión, navegando sin
rumbo fijo, en el mismísimo fondo del mar… Para cuando la vea encuentre en su
voz el vallenato que ella conoce y que trae unos recuerdos de tragos y acordeón.
Momentos sublimes nacen de sus amores y perspicacia,
es ese cantautor que ha demostrado la inmortalidad en sus palabras. Del viaje
infinito en medio de un centenar de personas, en su forma continua de
conquistar los días, las tardes, las quimeras posibles hecha oración.
Un paso dado al frente, una mano que invita a
bailar a la otra, el sonido de la orquesta, una voz que une a todos en un sólo
coro, así es Diomedes Díaz. La expresión de un pueblo que ha despertado en sus
canciones, el sutil resurgimiento de una patria vallenata que ahora parece pertenecernos a todos.
Comentarios