Diomedes Díaz poeta de la música colombiana


31/08/05

A Pablo Emilio Zapata

A Diomedes Díaz; poeta, estas montañas son suyas

Las noches son nuestras mejores aliadas, llenas de ron y vallenato siempre traen una canción, así sea siguiéndole la pista a Diomedes Díaz y tarareándolo. Su canto invita a los espíritus de una sociedad moderna con una poesía que cualquiera entiende, a recorrer loscaminos y la búsqueda de la libertad. De momentos nostálgicos y arraigados a la conciencia musical de un pueblo vallenatero como Valledupar, Diomedes ha sabido recopilar muchos lugares comunes de añoranza en su conciencia, y que ha sabido exportar su música tradicional para tocar cada una de las paredes de nuestras casas.
El recorrer de un hombre formado para la gracia de la poesía y del devenir en versos de la música vallenata, son situaciones que lo llevan a la creación, reflejando en ella sentimientos y visiones. Agradecidos estamos aquellos que entendemos español y nos acercamos a él como a un primo. 
Si uno reflexiona sobre su producción discográfica vemos que en cada una de sus canciones encontramos la expresión fraternal del amor, para una mujer, para el compadre, para el amigo, para su familia y la parranda. Diomedes recoge desde Valledupar, su gran plaza, nostalgias abigarradas al consuelo vivido en una canción que trastoca el ínfimo mundo de un hombre, quien sonando junto a un acordeón, toma y da para la satisfacción de un público valiente y capaz, adorando directamente el alma divina de una canción hermana y gozona.
Su baile se debe al roce leve de brazos, cadera y piernas, que viaja y llega desde las fincas más escondidas cercanas a la costa Colombiana, hasta las montañas andinas de Mérida, se devuelve y entra en el latir de los corazones... y súbale volumen a ese radio para entonar las canciones, y sirva otro trago por favor.  
Sé que el repertorio de Diomedes Díaz es largo y tendido, mas de 400 canciones hasta la fecha, y hacer un inventario de sus canciones llevaría a caer en otro espacio de esta columna, pero prefiero caer en el lleno de una canción, de esa que tanto me gusta: DIANA.

Diana y sus misterios
Hace unas semanas atrás, mi hermano Ramón tuvo de visita por mi casa con una novia colombiana que se llama Diana, de ella puedo decir que supe que se fue para Bogotá a visitar a su familia. Diana se llama ella como la canción de Diomedes. Pero la Diana de Diomedes fue una mujer que se le achaca que murió de una sobredosis de cocaína y estaba junto a él, en una rumba suponemos. En cambio a la Diana de mi hermano por un intento de fastidio venezolano le cantaba la canción y se la interpretaba en diferentes ritmos y tonos, como el principio que da el acordeón.
Yo le digo a mi hermano que la busque en donde puede hallarla, en un barco pirata, en un submarino, en un avión, navegando sin rumbo fijo, en el mismísimo fondo del mar… Para cuando la vea encuentre en su voz el vallenato que ella conoce y que trae unos recuerdos de tragos y acordeón.
Momentos sublimes nacen de sus amores y perspicacia, es ese cantautor que ha demostrado la inmortalidad en sus palabras. Del viaje infinito en medio de un centenar de personas, en su forma continua de conquistar los días, las tardes, las quimeras posibles hecha oración.
Un paso dado al frente, una mano que invita a bailar a la otra, el sonido de la orquesta, una voz que une a todos en un sólo coro, así es Diomedes Díaz. La expresión de un pueblo que ha despertado en sus canciones, el sutil resurgimiento de una patria vallenata que ahora parece pertenecernos a todos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasado y futuro en Jorge Arteaga

Nicasio Duno, la magia de un iniciado

Joel Pacheco, visiones del vuelo