El Sueño Culinario de Clarissa





Particularmente he soñado viajando en aviones, con elefantes metidos en un piscina vacía, con algunos amigos que los he visto viejos casi a punto de morir, también  con viajes a otras galaxias que me han provocado un vacío terrible en el estómago, una vez soñé con Clarissa adolescente que jugaba con las luces de la Plaza Bolívar de Mérida, y fue a parar en un túnel misterioso debajo de la misma plaza…  pero soñar ser un plato de pasta, eso sí que nunca.  

Así lo soñó Pedro Mercado y que lo materializó en un poema cuyo nombre le tituló Sueños Culinarios, generando en el lector esa curiosidad de lo qué se siente ser un plato de pasta. Creo que esta sensación literaria que tradujo Clarissa Duque muy limpiamente en formato audiovisual, muestra la impecabilidad y maestría  conducción de las imágenes a veces surreales, generando visualmente la puesta en escena la metáfora de ser comida y hombre al mismo tiempo.

La relación paralela de ser algo –como ese plato de pasta- nos lleva a la referencia de una suculenta salsa cocinada con distintos ingrediente (tomate, carne, queso, cebolla)  que buscan la sorpresa de un paladar exquisito.  Ser un plato de pasta es sentirse redimensionado en un lugar favorito de la mesa, soñar con ser  algo y serlo al mismo tiempo, provocando una relación directa por lo que se quiere, por lo que se sueña.

Generalmente, un plato de pasta termina con un final feliz, los platos quedan vacíos, pero ¿quién se lo come?, y aparece esa mujer “removiéndolo todo muerta de hambre retorciendo mis venas empapadas de sangre”, dejando un mesa desastrosa, “escupida”, desordenada, por no gustarle la cebolla.

Clarissa,  buscó la forma, y la logró, de recrear en un cortometraje ese paralelismo entre hombre- comida-amor frustrado, como esa común relación a la que estamos sujetos los seres humanos. Una secuencia del amor mismo, con tensión y sin abuso, cuando se es capaz de devorarlo todo de una forma suculenta y al mismo tiempo salvaje.  

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