Tu también eres un esclavo moderno



            A la sociedad parece que le pusieron un revolver en la sien y sin mirar para los lados está determinada, por unos cuantos que tiene mucho poder, el cómo va ser nuestro futuro inmediato. Desde un alto riesgo, con ganas de acabar con la esencia del espíritu Hegeliano, nos encontramos en una encrucijada que no se le ve salida rápida a los embates del mundo moderno, pues somos tratados como una mercancía que está destinada al consumo de lo que no nos hace falta y peor aún mercancía que fácilmente se puede liquidar. Pero el consumo va más allá de cualquier respuesta lógica de las cosas humanas, es una falsa manera de inducirte a ser más cosmopolita la vida, pero con un gasto exagerado: vida o muerte, desde una implosión que subyuga a la familia, y nos encontramos en una constante guerra de valores que no determina ni el bien ni el mal, sino que se endurece con el poder y con las ganas de tenerlo, el que está arriba busca tratarte como una marioneta y ríe a su antojo al ver que día a día eres más susceptible a sus garras dominantes.

Si nos detenemos a mirar al mundo del espectáculo, la televisión y  la radio –esa que tiene años llevando el falso mensaje- sus fundamentaciones están en apoyar el hundimiento de la sociedad,que se corrompe y busca en sus referencias un ideal altamente consumista, degradante, superficial, genocida, y como si se tratara de una desgraciada predicación los monstruos de la pantalla, hunden la casa.  Son signos que aparecen en medio de un turbulento bombardeo donde te invaden tu espacio; también el espacio de la ciudad, y estás preso, creyendo que sigues “libre” en tu atormentada cotidianidad.

Según Lipovestsky, (citando a Chrs. Lasch) que tiene un discurso real y desgarrado del asunto “cuanto más tolerante es la imagen que la sociedad da de sí misma, más se intensifica y generaliza el conflicto: así hemos pasado de la “guerra de clases” a la “guerra de todos contra todos”. En el universo económico, en primer lugar, reina la rivalidad pura, vaciada de cualquier significado moral o histórico: se acabó el culto al self-made man y al enriquecimiento como signo de progreso individual y social, ahora el “éxito” solo tiene un significado psicológico: “la búsqueda de la riqueza no tiene más objeto que excitar la admiración o la envidia”. (p, 68).

Parece que se avecinan los tiempos de la oscuridad y donde la manipulación reina, por una parte a aquellos que se sienten desvalidos, que su vida ya no da para más, que necesitan  de terapias psicológicas con un gran dosis de manipulación para sentirse que realmente viven en el mundo de la ciencia y el sentido común, donde hay un alguien que está diciéndole y perfeccionado su conducta bajo patrones preestablecidos, cuando otros individuos se enriquecen al afinar su fórmula, mostrándoles desde el psicoterror que todo esta mal. Entonces se desvanecen los individuos y se postran en el confinamiento de una ciudad donde el individualismo, la envidia, la intolerancia, el odio, la falta de confianza, son las formas de valorar al otro, que es tan igual que tú, que vives dentro del mismo sistema que te va moldeando y que te hace un Esclavo Moderno.
Aparece el esclavo moderno como una categoría que describe a aquel individuo que está sometido al  poder político social, y su tentáculos opresores se intensifican  con los medios de comunicación: radio, televisión, internet, y las nuevas formas de subestimar la conducta desde las redes sociales, por el intercambio de pensamientos automatizado  construyendo falsos horizontes de expectativas, porque estamos insertos en un sistema que manipula y genera otro sentido de las cosas, retorcido, impactante, aborrecible, causando zozobra, desdicha, desgracia, y que busca mantener una fuerza negativa ante la utopía del convivir en un mundo mejor.     

Estamos sometidos las 24 horas a consumir lo que ya está listo, donde nos dan un veneno que nos hace fuerte y crea un principio identitario desde el egoísmo, una continuidad de frases repetitivas que desenfundan y revelan una esencia vendida que describe a una humanidad enferma, y tu conducta vale menos que cualquier pan y por eso obedeces, y lo que es peor, sin darte cuenta.

Pero poco a poco el ser humano va despertando de esas garras, y aparece en la  palestra cultural la propuesta de un movimiento artístico Barquisimetano, que le ha dado vuelta al sentido estético del arte por el arte, y convierte su propuesta en un acto político-poético-musical, surgido de una voz colectiva llamada El 
Sindicato del Ocio. Ellos crean una Opereta 
Rock Paranormal que ha denominado El Esclavo Moderno, donde plantean los 
embates del individuo en estos tiempos convulsos y posmodernos, reflejando una sociedad crítica y que está en crisis, revelan la enajenación contemporánea del ser venezolano, latinoamericano y universal. La llaman Opereta Rock, porque en escena usan algunos recursos de lo que tradicionalmente se conoce de la ópera, pero a esta con reinvención latinoamericana, se le suman otros componentes que tienen que ver con la expresión contemporánea de las nociones artísticas. 
El Esclavo Moderno, nombre de la pieza compuesta por un performance, música rock y la narración de un personaje que logra incluir desde un lenguaje soez y a veces poético, narrar a una sociedad programada desde la maldad que atenta contra los principios originarios y básicos del hombre, como lo son el amor y la paz.  Este esclavo representa la voz de todos los oprimidos que no han podido, ni podrán liberarse de un sistema que se vuelve opresor y manipulado por otros esclavos que se convierten en una cadena infinita hasta llegar al ente supremo que son las grandes corporaciones, que predican vacío, desorden, guerra, muerte.

En el argumento principal de la trama hay una resistencia social que lucha, y que relata la realidad de lo que somos, mostrando nuestros puntos débiles en cuanto a los aconteceres cotidianos que subyugan e idiotizan a la sociedad. Revela esta obra, un mundo desconocido de la estética tradicional, donde se valen de la fusión del video arte, la música, la performance, el diseño gráfico, la composición pictórica, la narrativa, la declamación poética, un encuentro que da vida a distintas vertientes de lo que hoy día conocemos en el arte contemporáneo.   

Encuentro en un argumento de Lipovetsky, una definición que me parece cercana desde una argumentación histórica, a esto que hace El 
Sindicato del Ocio, y es: “El arte moderno asimila progresivamente todos 
los temas y materiales, y con ello se define por una desublimación de las obras, que corresponden exactamente a la desacralización democrática de la instancia política, a la reducción de los signos ostensibles de poder, de la secularización de la ley: el mismo trabajo de destitución de las alturas y majestades está en marcha, todos los temas están en el mismo plano, todos lo elementos pueden entrar en las creaciones plásticas y literarias” (pg. 89) y aquí le agregaría lo musical, que es el complemento que le da este especial Sindicato a su propuesta que potencia y refuerza a esas voces que reclaman la justicia, la igualdad y el bien.  

El Esclavo Moderno, es una obra de arte concebida desde un gusto especial por la fusión de expresiones que muestra el inframundo oscuro que nos rodea, con el uso de mascaras por parte de los personajes cobran una especial atención. Igual pasa con los coros, que siguen en línea repetitiva el encuentro humano como posibilidad para el reconocimiento con el espectador. Hay colores, videos que muestran sentidos políticos, románticos, burlas al sistema, imágenes que descubren al hombre en un andar cotidiano como si fueran pollos. Pinturas que representan la idiosincrasia larense con personalidades como Macario Colombo- pintor- El Caiman de Sanare- cuenta cuento-, aparece la música que por momentos introducen y pueden sacar de control a cualquiera que está acostumbrado a la estaticidad y la tradicional forma de acercársele al arte.

 Esta fusión es extraña, extravagante, densa, sincera, los elementos que confluyen en ella están debidamente puesto, pensados, las notas musicales se hacen canciones con la participación del baterista, los guitarristas, el bajista, el tecladista, los sonidos artificiales con ecualizadores, el sintetizador, el uso de algunos instrumentos típicos de la América Prehispánica, el personaje narrador cubierto con un vestuario que sugiere un reclamo a las grandes transnacionales, el juego de la doble alteridad que le da el uso de la máscara con intervenciones pictóricas, copia a la tradicional lucha mexicana, y el personajes principal: el esclavo moderno, un hombre semidesnudo, conectado por un casco en la cabeza a cables que terminan en unas pantallas simulan el reclamo directo de la sociedad de consumo, la idiotez en la que nos vemos envueltos diariamente y ser un esclavo más producto de los medios de comunicación, simbolizando que estamos conectados a un sistema capital que nos hunde, y nos aleja de las cosas esenciales de la vida.  Esta es una propuesta de arte político donde se critican y se dicen las verdades, y estoy seguro que una puesta en escena de este calibre, jamás la habrán visto.

Referencias:
Gilles, Lipovetsky (1992). La era del vacío. España. Anagrama
…Y mucho hablar con El Sindicato del Ocio

Comentarios

Unknown ha dicho que…
15546Excelente Articulo Poeta
Vota Moñaaaa

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