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Mostrando entradas de marzo, 2015

Baudilio y los perros asesinos

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Era arriba en una montaña alta como las que están en el páramo de la sierra andina. Allá donde el oxigeno entra poco  y los pasos deben ser cautelosos. Baudilio, un señor de 63 años, vivía  en una casita humilde, de esas que están unidas sala cocina comedor, con el techo de zinc marrón de tanto tiempo puesto. Había una frontera en aquella inmensidad donde ni él ni los perros pasaban. En su casa, Baudilio tenía una pequeña colección de mandíbulas secas por el sol. Varias veces tuvo que luchar contra ellos, y a punta de escopetazos pudo salir ileso. Pero atacarlo no era solamente porque los perros querían, sino siempre pasaba algo extraño que ni los mismos perros ni él comprendían del todo.    Baudilio tenía un hijo llamado Tadeo, que vivía en la ciudad, y lo iba a visitar frecuentemente. Se montaba en el jeep, que su padre le regaló, y subía a llevarle alimento perecedero a su viejo que estaba siempre en las labores de la tierra. Los perros  andaregueaban  a escasos